La Orquesta Sinfónica Nacional interpreta a Mendelssohn, Bruch y Brahms, bajo la batuta de Lior Shambadal

Lior Shambadal, quien dirige a la OSN, estudió viola, trombón, composición y dirección en Israel, para continuar sus estudios en el Mozarteum de Salzburgo.

La obertura Las Hébridas, Fantasía escocesa y Sinfonía núm. 4 de Johannes Brahms, obras que se podrán apreciar el viernes 14 de mayo a las 20:00 horas

Bajo la batuta del director israelí Lior Shambadal y con la participación como solista del joven violinista taiwanés Paul Huang, la Orquesta Sinfónica Nacional conformó un programa en el que reúne a tres grandes del movimiento romántico: Felix Mendelssohn, Max Bruch y Johannes Brahms.

El concierto abre con Felix Mendelssohn quien en 1829, a los 20 años de edad, realizó su primera visita a Inglaterra, país que habría de ser muy hospitalario para su música y su persona. Como viajero ilustrado que era, solía escribir interesantes y evocativas cartas desde los lugares que visitaba, cartas que son una fuente invaluable de información sobre su pensamiento musical y sobre sus apreciaciones de la cultura y la naturaleza humana.

En el verano de ese año, el compositor alemán viajó a Escocia y de esa jornada son algunas de sus cartas más poéticas y evocativas. Como era de esperarse, el viaje lo llenó también de ideas musicales.

Por su parte, el pintor inglés William Turner ilustró una edición de textos de Scott, trabajo que lo llevó a visitar Las Hébridas en 1831 y llegó hasta la isla de Staffa. En 1832 se exhibió en la Academia Real una pintura suya relacionada con su visita a Las Hébridas, titulada Staffa, la gruta de Fingal, la cual causó una gran impresión entre sus contemporáneos.

La pintura en cuestión se refiere a una gruta de la isla que mide cerca de 70 metros de largo y 20 de alto, y cuya bóveda está sustentada por altas paredes naturales de basalto. Fue esta gruta y el sonido del mar entrando en ella el origen de la obertura Las Hébridas de Mendelssohn, obra que también es conocida como La gruta de Fingal. Un gran poder de evocación es quizás la mayor cualidad de esta pequeña joya musical del Romanticismo en la que Max Bruch encontró en parte la inspiración para crear su Fantasía escocesa.

Bruch siempre dijo estar orgulloso de su peculiar habilidad para manejar las fuentes folclóricas de diversos orígenes en su música de concierto. En esta Fantasía escocesa, el compositor alemán no sólo retoma varios temas populares de la tradición escocesa, sino que convierte al arpa en un segundo solista para recordar al oyente que, en diversas regiones de las islas británicas, especialmente en Escocia e Irlanda, el violín y el arpa son parte medular de los conjuntos que tocan música tradicional.

Compuesta entre los años 1879 y 1880, la Fantasía escocesa de Bruch está dedicada al violinista español Pablo de Sarasate (1844-1908). Reconocido como el más grande violinista de su tiempo, Sarasate recibió la dedicatoria de numerosas obras de compositores contemporáneos suyos, pero probablemente ninguno le dedicó tanta música como Max Bruch, quien lo convirtió también en destinatario de su segundo y tercer concierto para violín, de la Romanza Op. 42, del Adagio appassionato Op. 57, el Adagio in memoriam Op. 65, la Serenata Op. 75, las Canciones y danzas Op. 79, y la Pieza de concierto Op. 84.

Cierra este programa la cuarta y última sinfonía de Johannes Brahms, compuesta entre 1884 y 1885 en Mürzzuschlag.  Brahms sufrió una severa decepción cuando una interpretación de la versión para piano a cuatro manos de la obra no despertó el entusiasmo entre sus amigos más cercanos.

El estreno oficial, sin embargo, fue mucho más prometedor. Ello se debió a que Hans von Bülow preparó concienzudamente a su orquesta para el concierto que dirigió el mismo Brahms el 25 de octubre de 1885. Los cuatro movimientos de la obra tienen como valor fundamental su solidez formal y la total ausencia de material superfluo.

En la memoria de todos los amantes de la música de Brahms está claramente impresa la anécdota del último concierto sinfónico al que el compositor asistió poco antes de su muerte. En el concierto se interpretó su cuarta sinfonía ante un público totalmente entregado a Brahms, y la imagen romántica que nos ha llegado describe esa emotiva despedida entre Brahms y su público.

Pero más importante que esa anécdota y esa imagen es el hecho de que, si bien es cierto que la última sinfonía de Brahms cerró una época en la música de su tiempo, también fue un punto de partida para un mundo nuevo que otros habrían de conquistar después de su muerte. En el mismo año en que Brahms inició su Sinfonía núm. 4, Gustav Mahler (1860-1911) comenzó a trabajar en Titán.

Por lo que respecta a Lior Shambadal, quien dirige a la OSN en este concierto, es originario de Tel Aviv.  Estudió viola, trombón, composición y dirección en Israel, para continuar sus estudios en el Mozarteum de Salzburgo.

En 1997 fue nombrado director titular de la Orquesta Sinfónica de Berlín y en 2000, director titular de la Orquesta Sinfónica de la Radio y Televisión de Eslovenia. Desde 2003 es director artístico del ensamble Mendelssohn Players de la Fundación Mendelssohn-Bartholdy de Leipzig.

Por su parte, el violinista Paul Huang, quien interpreta la Fantasía escocesa de Bruch, ganador en 2009 del primer premio del Concurso de Violín Sion-Valais, se ha distinguido en el escenario internacional por su colorido sonido, su fogoso virtuosismo y su imponente presencia escénica. Originario de Taiwán, Huang se ha presentado en Estados Unidos, América Latina, Europa y Asia.

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